Myriam Swanson desata su rebeldía creativa en ‘Calígula’
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foto de Noemí Elias Bascuñana
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El videoclip retrata a una mujer sin artificios, vestida de calle, que intenta seguir las normas impuestas por la sociedad: la belleza, el baile, la perfección. Pero sus movimientos erráticos delatan su incapacidad para encajar. La protagonista lucha contra esa dictadura de la imagen y la superficialidad, intentando explicarse a un locutor de radio imaginario en una gasolinera nocturna. Al final, desiste, acepta su diferencia y la abraza sin miedo.
«Calígula» reivindica la libertad individual del artista y la importancia del underground como refugio de autenticidad. Inspirada en la obra «El idiota. Ensayo sobre cualquiera y, a ratos, sobre arte» de Martí Peran, la entrevista cuestiona los cánones establecidos y celebra la rebeldía creativa.
Un juego de sombras envuelve la figura femenina que la sociedad exige: joven, bella y expuesta como reclamo de un talento que, en muchas ocasiones, necesita validación masculina. En este caso, quizá de un camionero al borde del camino.
La figura histórica de Calígula, el emperador psicópata que llevó su reinado al extremo, sirve de metáfora para una actitud punk sin concesiones: «Yo hago lo que quiero, sin importar las consecuencias». Es la locura previa a la liberación, la catarsis que convierte la libertad en norma. “Vengo a triturarme el corazón y las vísceras y ponerlo crudo en la tierra para sentirme más cerca de todo. ¿Esto tiene algo de psicópata?”, reflexiona Swanson. «Calígula es víctima y verdugo de su propia liberación. Eso le pasa al artista».
UNA CANCIÓN CRUDA Y CLAUSTROFÓBICA
«Calígula» fue la primera canción escrita para el disco, con una marcada sonoridad electrónica y una estructura cruda, sin cambios armónicos. La temática de la letra adquiere un aire claustrofóbico, como un sueño perturbador: un hombre sin empatía, egocéntrico, atrapado en su propio delirio de grandeza, líder exitoso y despiadado. Ella, al principio fascinada por su carisma, pronto se ve horrorizada por su crueldad y decide marcharse.
El videoclip, dirigido por el cineasta, guionista y músico Miguel Ángel Blanca, refleja su inconfundible estilo, marcado por las tragicomedias surrealistas, las dobles vidas y la oscuridad cotidiana. Con una filmografía que transita entre la ficción y el documental, Blanca aborda temáticas como la memoria, el nihilismo adolescente y la fantasía del fin del mundo, elementos que resuenan en «Calígula».
UN HIMNO AL UNDERGROUND Y LA LIBERTAD CREATIVA
«El underground no es un estado de ánimo ni una ilusión, sino el lugar donde realmente estoy a salvo. Nadie tiene que venir con su dinero a salvarlo». En esta línea, el proyecto abraza la idea de que la verdadera revolución artística surge del caos y la ruptura con lo convencional: «Imaginar una vida peor es liberarla del poder que la reprime. Tenemos que despreciar esa necesidad de equilibrar las risas y los llantos. Hay que estropearlo todo, romperlo para que pueda volver a ser nuevo».