Judas Priest lanza su nuevo álbum «Invincible Shield».

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Miércoles 13 de Marzo de 2024.

Agencias

Antonio Mayor Rodríguez/corresponsal Europa

El Sacerdote de Judas está de regreso con su decimonoveno álbum de estudio, mostrando enfáticamente el poderío metálico de los británicos. Esta producción musical ofrece las cantidades habituales de heavy metal puro y duro a las que nos tiene acostumbrada la banda liderada por el septuagenario y calvo Rob Halford. Esta nueva entrega suena fresca, ruda, poderosa y con identidad propia durante 52 minutos.

Con el paso del tiempo, hay músicos que pierden el toque mágico que los llevó a la fama y comienzan a grabar puras porquerías con tal de seguir ganando dinero; sin embargo, este no es el caso de la agrupación musical originaria de Birmingham. El frontman de Judas Priest, a pesar de sus 72 años de edad, todavía impresiona con los matices vocales que salen de su garganta. La producción de este transparente y vanguardista disco fue responsabilidad de Andy Sneap.

El disco arranca a 250 km por hora, pasándose todos los semáforos con la canción de apertura «Panic Attack», una rola que escupe pólvora y relámpagos, donde los riffs de la guitarra suenan como fuegos artificiales y la voz de Halford, con sus chillidos agudos, suena como la de un condenado a morir electrocutado en la silla eléctrica.

La canción “The Serpent and the King” ruge a toda potencia como una declaración individual de los músicos. A pesar de que todos ellos ya son abuelos y tienen todos los achaques propios de la edad, todavía son capaces de hacer su trabajo a la perfección como un mecanismo preciso de relojería británica.

La canción “Invincible Shield”, que da título al disco, abre con una contundente batería, unos riffs de guitarra ezquizofrénicos y unas lúgubres vocales donde Rob nos transporta a los rincones mas tétricos de una ciudad industrial, metalúrgica, oscura y deprimida.

Pocas bandas de metal pueden alardear que tienen más de 50 años sobre los escenarios, y Judas Priest llega en su mejor momento. La rola “Devil in Disguise” abre con unos acordes lentos y pesados dejando que la voz de Halford alcance unos agudos que suenan temerarios e infernales.

La canción “Gates of Hell” nos transporta a las puertas del inframundo con una melodía que, por momentos suena más a Black Sabbath que a Judas Priest; sin embargo, la voz de tenor de Rob se extiende poderosamente a lo largo de 3 octavas, dándonos la sensación de que estamos entrando al Purgatorio.

El poder y la energía con la que “Crown of Horns” sopla alrededor de tus oídos es bastante impresionante; una canción que no va a 200 kms por hora, pero lleva un ritmo constante que no necesita más aceleración. La sección rítmica, compuesta por el bajista Ian Hill y el baterista Scott Travis, suena tan compacta como siempre, proporcionando una base sólida para que los alaridos de Rob cabalguen sin preocupaciones.

“As God is my Witness” aporta por fin cierta épica y una dramaturgia enardecedora, una canción que se convierte instantáneamente en un clásico de la banda. La rola “Trial by Fire” nos demuestra que la banda siempre ha estado dispuesta a experimentar y reinventarse entre sus grandes estándares de heavy metal.

“Escape from Reality” empieza lenta y pesada, mostrando la versatilidad de interpretación de todos los integrantes de la banda, cultivada a lo largo de medio siglo. Sin embargo, no pasara a la historia como uno de sus grandes clásicos, aunque tenga unos solos de guitarra bien ejecutados.

“Sons of Thunder” nos transporta al Olimpo metalero donde el Dios del Metal con barbas de chivo no tiene miedo de cantar canciones que todavía implican un riesgo significativo para su experimentada voz.

“Giants in the Sky” podría ser eliminada de este disco y nadie la extrañaría. A pesar de que tiene buenos ingredientes, la rola no termina por despegar. Quizás algún fanático nuevo que no haya escuchado la discografía previa de la banda le encuentre algún valor.

“Vicious Circle” le regresa el sentido a la dinámica del álbum; en esta rola se siente el poder transformador de las guitarras ruidosas. El disco se cierra con la épica «The Lodger», una rola que incorpora sintetizadores. Este tema, radiantemente bien ejecutado, con su elaborada orquestación y su amalgama de sonidos mezclados, es el cierre perfecto para un disco que sin duda pasará a la historia como uno de los mejores de la banda después de “British Steel” o “Painkiller”.

Rob Halford, con sus 72 años y a pesar de haber sobrevivido un cáncer de próstata que casi lo manda al barrio de los acostados, regresa implacable con un insaciable vigor, como si fuera un artista novato al que todavía le queda algo por demostrar.

Las catorce canciones nuevas de esta producción resumen la quintaesencia de cómo hemos llegado a conocer y, en algunos casos, amar a Judas Priest. Heavy metal puro y duro para menear las greñas, tomar cerveza como vikingo y salir a pintar bardas.

“Invincible Shield” es un álbum que merece estar dentro del legado musical de la banda. Cincuenta años después, Judas Priest sabe como tener todavía contentos a sus más fieles seguidores y atraer audiencias nuevas. Como decía el inmortal Flanagan interpretado por Héctor Suárez: ¡Queremos rock!

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