Bruce Dickinson lanza su nuevo álbum The Mandrake Project.

INDIE AM

Miércoles 13 de Marzo de 2024.

Agencias

Antonio Mayor Rodríguez/corresponsal Europa

Dentro de la larga estirpe de destacados músicos británicos, Bruce Dickinson pasará a la posteridad como uno de sus más talentosos exponentes. El frontman de Iron Maiden es una leyenda viviente porque, a sus 65 años, aparte de liderar una de las bandas de metal más exitosas del planeta, es piloto aviador de aerolínea comercial, sobreviviente de cáncer, profesor de historia, doctor en música, director de marketing, DJ, guionista, campeón de esgrima, empresario, baterista y guitarrista, todavía tiene el tiempo para tener una carrera en solitario como vocalista.

Diecinueve años después de su último álbum como solista, Bruce Dickinson regresa con «The Mandrake Project», el séptimo de su carrera individual. El sexagenario y greñudo metalero nos presenta un álbum conceptual acompañado de una serie de cómics. En esta nueva aventura musical, encontramos un elenco estelar de colaboradores liderados por el productor y bajista Roy «Z» Ramírez, el baterista Dave Moreno, el tecladista Mistheria, y sus viejos conocidos Adrián Smith y Steve Harris.

El vocalista, nacido en Nottinghamshire, nos presenta conceptualmente un proyecto lleno de teatralidad que se centra en un individuo buscando su identidad, quien se autodenomina como el Dr. Necrópolis. Es huérfano y un científico loco que destila genialidad, pero está desencantado de la vida y está involucrado en el proyecto llamado «The Mandrake Project». La última creación discográfica de este versátil artista británico consta de diez nuevas canciones rebosantes de adrenalina, vivacidad y energía, disponibles ya en todas las plataformas desde el 1 de marzo.

El tema encargado de abrir este nuevo trabajo es «Afterglow of Ragnarok». Esta canción está inspirada en la mitología vikinga, haciendo alusión al cataclísmico apocalipsis nórdico, y está diseñada para que Bruce y su banda de acompañamiento nos presente una atmósfera lúgubre seguida de potentes transiciones instrumentales. En esta canción, las guitarras y el bajo suenan como un bulldozer a punto de demoler un edificio.

La rola «Many Doors to Hell» presenta una idea musical emotiva repleta de melodías emocionantes, guitarras entusiastas y teclados etéreos. La acuarela sonora de este tema suena como si hubiera salido a mediados de los 80 y no en la actualidad. Por otro lado, «Rain On The Graves» es un himno contundente y violento con riffs agresivos, un ambiente más oscuro que el pasado de mis exnovias y una batería que retumba más que una aplanadora.

«Resurrection Men» te transporta directamente al glorioso pasado de los piratas y los bandoleros de alta mar con su sombría introducción acústica, para sorprenderte después con unas guitarras bien trabajadas y un un ligero toque de brutalidad.

Por otro lado, la rola «Fingers In The Wounds» es una pieza sinfónica de rock épico que suena como una canción de Lacrimosa o de Marillion, donde el almirante Bruce saca toda la artillería pesada. En tan solo tres minutos y medio, nos reciben majestuosos teclados, tímidas guitarras acústicas y un estribillo. A continuación, nos embarcamos en otra inesperada excursión instrumental hacia los reinos arabescos del desierto, donde el llamativo acento del bajo queda grabado en la memoria. «Mistress Of Mercy» es una canción que da a su tenor operístico todo el espacio que necesita, puesto que Dickinson está completamente absorto en su papel de narrador sin aliento.»Face in the Mirror» es la canción menos espectacular del disco, una power ballad que aburre más que un monologo presidencial y no tiene nada destacado aparte de la voz del frontman de Maiden.

«Shadow of the Gods» comienza con una lentitud poco característica de los trabajos de Dickinson, donde se pueden percibir explosiones de piano y una orquestación imponente. Finalmente, «Sonata (Immortal Beloved)» cierra esta aventura musical. Es un tema mastodóntico que tiene una duración de casi diez minutos. Se trata de una lúgubre epopeya de múltiples capas con voces y guitarras inquietantemente enlazadas. Con su bajo incisivo y, en particular, los pasajes narrativos sostenidos en los que Dickinson, muestra una vez más su destreza vocal.

A pesar de que este disco tardó 10 años en cocinarse y 20 de espera para los fanáticos de su carrera en solitario desde el álbum «Tyranny of Souls», Bruce no nos decepciona con este trabajo; la espera ha valido la pena.

En este ecosistema sonoro, Bruce no solo mantiene su impecable calidad vocal, sino que su magistral interpretación se ve realzada por composiciones y arreglos de primer nivel. Francamente, el álbum a menudo captura la esencia de sus mejores trabajos, ya sea en solitario, con Iron Maiden u otros proyectos, lo que asegura que su legado como emperador del heavy metal está lejos de extinguirse, aunque a veces pueda tardar en reafirmar su supremacía. Este disco no está pensado para que cualquier bellaco silvestre, imberbe y analfabeta lo entienda y lo aprecie, porque no es un disco de heavy metal puro y duro. Los temas de esta producción discográfica no están llenos de trinitrotolueno explosivo para querer salir a pintar bardas y menear la melena. Tampoco tiene solos de guitarra rabiosos llenos de testosterona. Solamente unos cuantos iniciados en la tradición metalera entenderán el valor de esta producción musical.

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